martes, 24 de julio de 2007

Paramilitarismo: Realidad Nacional

REFLEXIÓN ACERCA DEL PROBLEMA DEL PARAMILITARISMO EN COLOMBIA

Existe una gran problemática que ha transcurrido por años en el territorio colombiano, acabando con la libertad, con los derechos y con la vida del pueblo; problemática que se presenta desde dos ángulos: el del paramilitarismo y el del papel del gobierno frente a éste, pero que, por tenernos a nosotros en el medio, no podemos ser indiferentes ante sus acciones. La reflexión que en este ensayo se propone, está conformada por un debido análisis de la película “La Sierra” y la relación que ésta presenta con los textos leídos en clase.

La película refleja el conflicto que durante años se dio en el barrio La Sierra de Medellín (y que aún existe en diferentes zonas del país), donde las pandillas urbanas –conformadas por muchachos que crecieron con un pensamiento de guerra y con el sueño de tener un arma en las manos para poder salir a la calle orgullosos con ésta- se unieron a grupos guerrilleros o paramilitares (AUTODEFENSAS) para combatir contra sus rivales, y así poder mantener el control y poder de las zonas que denominaban suyas; sin importarles el gran número de muchachos y familias asesinadas que iban dejando atrás.

La problemática del barrio La Sierra se da a conocer a través de la vida de tres muchachos que vivieron en carne propia la época en que el barrio estuvo en manos de una parte paramilitar conocida como el BLOQUE METRO. Cada uno contaba su propia experiencia de vida y su papel dentro del conflicto.

Edison, de 22 años, comandante del BLOQUE METRO paramilitar. Autor de varios asesinatos. Cuando tuvo su primer arma la vio como un logro en su vida, llenándolo de placer al dispararla. Abandonó el estudió a los quince años de edad para poder meterse totalmente en el grupo paramilitar. Su puesto de comandante, al tener el poder y el mando, lo hacía el mayor responsable del manejo de su territorio, por esto no sólo pensaba en la guerra sino también en el bienestar de su comunidad. Tuvo seis hijos, por los cuales respondió, pero nunca vivió estable con ninguna de sus novias: Geidy (16 años, abandonó el colegio en octavo cuando quedó embarazada), Jazmín (16 años, embarazada), Marleny (15 años, madre de un niño), Yurani (14 años, embarazada)…

Él sabía que sus hijos seguirían su camino, pues estuvo involucrando a su hijo mayor en algunos de sus combates, y por enseñarle el uso de las armas, su hijo deseaba crecer para ser como él. El padre de Edison (Don Jairo), tiempo atrás, también actuó en la guerra dentro de La Sierra, cuando, tras el asesinato de su padre, él y sus hermanos buscaron al responsable para matarlo; así, Don Jairo alcanzó a estar en cuatro cárceles, pero luego se volvió religioso y dejó su actuación en la guerra. Esto es un ejemplo de cómo fluía por generaciones el sentimiento de guerra y combate, al ser aprendido en los mismos hogares antes que en las calles.

Cielo, de 17 años, novia en ese momento de un carcelero miembro del BLOQUE METRO. Victima de la guerra a causa del asesinato de su esposo (Sergio Oliver) y padre de su hijo cuando ella tenía 15 años, por el asesinato de su hermano (a quien mató la guerrilla por estar aliado con los paramilitares AUC) y por tener familia involucrada en la guerrilla. Ella dejó el colegio por evitar problemas, dedicándose a cuidar a su hijo, quien crecía con la idea de matar a los que mataron al papá. Como muchas mujeres del barrio, Cielo iba los domingos a la cárcel para visitar a su novio Carlos, a quien prefería ver encerrado que muerto, como ocurrió con su esposo. Prefería vender dulces en los buses y pedir plata en las calles antes que prostituirse, a pesar de la gran influencia de sus amigas, que si lo hacían. Este es un ejemplo de la situación de las mujeres involucradas en la guerra, que sufren, trabajan, enviudan, y les toca luchar, ya sea por mal o buen camino, pero solas, porque sus hombres están combatiendo o están muertos.

Jesús, de 19 años, miembro del BLOQUE METRO paramilitar (al mando de Edison). Igual que muchos muchachos, cayó bajo el consumo de cocaína y marihuana; luego, él dejó de estudiar a los 17 años –cuando ya estaba en once- y tomo la decisión, junto a varios amigos de la infancia, de ingresar al BLOQUE METRO. Perdió la mano izquierda cuando, haciendo un petardo, le explotó y lo dejó gravemente herido. Este muchacho decía que la guerra siempre iba a continuar hasta que lo mataran, por lo que pensaba siempre en el presente y no en el futuro, pues sabía que iba a morir joven. Jesús tenía una novia que estaba embarazada, y lo único que quería antes de morir era poder conocer a su hijo. Cuando lo logró, esperó la oportunidad de cambiar de forma de vida por el bien de su familia.

Siguiendo con la historia del barrio La Sierra… después de un tiempo, cuando el ELN quería invadir este territorio, el BLOQUE METRO finalmente lo derrotó en una operación junto al CACIQUE NUTIBARA (otra sección paramilitar); así, por primera vez, La Sierra estuvo en paz y la comunidad se sentía agradecida, a pesar de reconocer que hubo varios muertos durante el combate. Con esta operación, ahora, la parte frente de La sierra la dominaba el BLOQUE METRO y la parte de arriba el CACIQUE NUTIBARA.

Pero el combate no paró ahí, porque pronto el CACIQUE quiso tomarse todo el territorio, y comenzó la guerra entre los dos grupos. Poco después de comenzar esta guerra, un largo grupo de tropas del gobierno entró a La Sierra, y encontraron a Edison y a un amigo de él muertos a causa de varios disparos, tirados en una calle principal del barrio. Varios meses después, los integrantes sobrantes del BLOQUE METRO abandonaron su batalla para unirse al CACIQUE NUTIBARA, ganando así el control de toda la actividad paramilitar en Medellín.

Luego, tras un acuerdo de paz con el gobierno colombiano, bajo la presidencia de Andrés Pastrana, el CACIQUE NUTIBARA negoció el cambio de sus armas para recibir la amnistía; así, en la ceremonia de desarmamento militar, los paramilitares entregaron sus armas; todos menos Jesús, pues no tenía papeles de identificación. Con esta ceremonia finaliza la película, donde ya se refleja la figura de Carlos Castaño, comandante de las AUC.

Así, el haber adquirido esta información a través de la película, nos deja una gran idea de la problemática del paramilitarismo y las guerrillas en Colombia; además, con el conocimiento que tenemos del tema gracias a los textos leídos en clase podemos concluir grandes ideas que no borraremos de la mente…

Primero, analizar cómo la mujer se ve involucrada en la guerra, como madre, esposa, hija o hermana, afrontando la vida sola, buscando salir adelante a pesar de la crisis social en la que se ve envuelta; unas criando a sus hijos, otras tomando la vida fácil, y peor aún, algunas uniéndose a los grupos armados para combatir junto a ellos. Segundo, cómo los niños van creciendo con el pensamiento de matar, de ser como los padres, de seguir prolongando la guerra y ver en un arma el ideal a lograr, abandonando el estudio y no sólo poniendo en peligro su vida al ingresar a los grupos armados, sino también la de su familia. En este punto también se destaca la influencia de las drogas como alternativa de vida para estos niños, que de jóvenes ya no pueden salirse de ellas.

Tercero, cómo estos grupos armados paramilitares, generan coacción sobre la población que, o se resigna a recibir protección a cambio de su lealtad y servicio, se ve morir al querer traicionar y desobedecer, o se ve obligado a abandonar la zona en la que está inmerso, como participe del conflicto que no quiere vivir, pero le toca. Y cuarto, cómo la revolución, que era una acción ideológica en función de un poder popular, perdió el sentido al crear ejércitos que se involucraran en sangrientas batallas para apoderarse de los territorios. Podemos observar en este punto, el rol de Carlos Castaño como comandante de las AUTODEFENSAS, quien convirtió a los grupos paramilitares, milicias campesinas y a otros grupos armados en un verdadero ejército militar disciplinado capas de imponer a través de la fuerza el negocio de la violencia, la tributación de los territorios dominados y un nuevo orden social que controlaban los hombres fuertes de las zonas, creando así el Estado de los señores de la guerra, como no lo expresa Gustavo Duncan en su libro los señores de la guerra.

En conclusión, observamos que la problemática interna del país ya no es una guerra de clases, y mucho menos de partidos políticos, sino una guerra entre el Estado colombiano que quiere hacerse real como Estado social de derecho, y la gran élite creada en el campo por los señores de la guerra, que no sólo se han apropiado de gran cantidad de territorio sino de gran cantidad de colombianos que no tienen voz ni libertad, únicamente tienen la obligación de cumplir con las ordenes dadas por estos señores, porque sino lo hacen, se mueren, o los convierten en otros de los tantos desplazados del país.

Entonces, hay que tomar postura crítica frente a lo que acontece en el país, el ver por qué si hubo la ceremonia de desarmamento militar en el gobierno de Pastrana, este problema de la existencia de paramilitares con sus respectivas organizaciones militares, con sus propios jefes y su propio poder local, siguió existiendo; y cómo, aún después de los acuerdos de paz en el 2006 entre las AUTODEFENSAS y el gobierno de Uribe, en vez de pensar en el final de los ejércitos privados en Colombia, se piense en estudiar la posibilidad de que las cenizas de estos ejércitos se vuelvan a encender, para buscar la forma de que no se propaguen sino que se puedan eliminar en el momento que quiera nacer otra vez.

El paramilitarismo es una realidad que no nos podemos negar, y aunque no seamos los campesinos que actualmente se están sometiendo a esta forma de poder local, también nos afecta en la medida que tomemos conciencia que es gente de nuestra misma sangre la que se está viendo sometida, y que si tenemos deberes con el país también tenemos derechos, y precisamente con estos debemos reclamar la justicia de nuestro país, la liberación de nuestro territorio y la dignidad de nuestra gente. No podemos reclamar con ignorancia, sino con los conocimientos verdaderos de nuestra realidad colombiana, para que el gobierno que nosotros mismo elegimos tener y que gracias a nosotros tiene el poder que tiene, genere acciones reales de cambio en el país para que la relación gobierno-Estado sea verdaderamente reciproca y no exista esta clase de ejércitos privados que sólo quieren adueñarse de nuestro territorio y de nuestra vida para someternos a su poder autoritario, con el fin de producirles una economía ilícita o extractiva que fortalezca su dominio pero que irá degenerando nuestra cultura e identidad colombiana, que es lo que debemos preservar actualmente; por lo tanto, hay que saber pensar, sentir y actuar eficazmente.